La Peste negra: Tan lejana y en muchas cosas, tan parecida a nuestra actual situación (Capítulo 1/3)

 

La  Gran epidemia, conocida como  la Peste Negra ha sido, hasta el momento, la pandemia más devastadora en la historia de la Humanidad. La gran peste alcanzó su punto máximo entre los años 1347 y 1353, y se extendió con una gran rapidez y una fuerza no conocidas hasta el momento.

Se estima que durante ese período murieron unos 25 millones de personas en Europa  (aproximadamente el 60% de la población europea en el siglo XIV) y unos 40-60 millones de personas en África y Asia. Expertos consideran que ciudades enteras quedaron arrasadas y que en algunos casos no quedaron sobrevivientes suficientes para enterrar a los muertos.

Al recabar información sobre esta terrible pandemia, cuya infección fue transmitida por ratas y pulgas domésticas, llama la atención, la cantidad de similitudescon la situación que estamos viviendo hoy en día:

Se cree  que comenzó  a desarrollarse en China, en torno al 1334 y su llegada a Europa en 1346, podría haber estado vinculada con la ciudad de Caffa (actual Feodosia), un enclave comercial genovés, a orillas del mar Negro, que estaba asediado por el ejército mongol. Según consta en escritos de la época, varios soldados mongoles se vieron afectados por la enfermedad.

Según los escritos de esa época,  los mongoles, habrían catapultado los cadáveres hacia el interior de  las murallas extendiendo el contagio a los sitiados. En la actualidad,  se considera más probable que las bacterias se dispersaron a través de ratas infectadas con pulgas que viajaban en los  barcos mongoles y que luego se dispersaron por toda la ciudad.

La enfermedad se propagó rápidamente por toda la colonia y cuando los mercaderes genoveses emprendieron el viaje de regreso, la llevaron consigo  a Italia. Desde allí, la peste se extendió, tanto por vía marítima como por vía terrestre,  alcanzando no sólo prácticamente todo el continente Europeo, sino también a África, y posteriormente, a América, sin hacer ningún tipo de distinción entre estratos sociales ni grupos étnicos.

Las  costumbres sociales de la época tampoco ayudaron mucho para contener la peste:

– La población vivía en su gran mayoría, en unas condiciones de hacinamiento e higiene bastante precarias para nuestros parámetros actuales.

– La gente (de todos los estratos sociales) en esos días no tenía la costumbre de lavarse las manos, tampoco el baño era a diario.

– La ropa (en todos los estratos sociales) se usaba varios días seguidos

– Dado la escasa higiene, era muy común que la gente (de todos los estratos sociales) tuviera pulgas  en sus vestimentas y piojos en la cabellera o en sus pelucas.

– Era habitual la convivencia con ratas, en casas (incluyendo palacios), graneros, molinos, cocinas y, lugares en donde se almacenaba o se transformaba el grano del que se alimentan estos roedores. Estos circulaban por los mismos caminos y se trasladaban junto con las personas, con los mismos medios, como por ejemplo, carruajes y barcos.

– Las  ciudades carecían de alcantarillado y las  casas (incluso las de la aristocracia y la realeza) en su mayoría carecían de baño.

El cuadro clínico inicial de la enfermedad era similar a un estado pseudo gripal, con vómitos, fiebre alta y dolor de cabeza.

Al poco tiempo, los enfermos presentaban unos bubones que supuraban un líquido pestilente (que hoy se sabe muy contagioso). Algunos desarrollaban una variedad pulmonar parecida a una neumonía y otros una septicemia. Estas dos últimas variantes eran fulminantes. El enfermo moría en unas pocas horas.

Los escasos conocimientos científicos de la época, no lograban entender su origen y mucho menos su propagación. Se asoció  tanto a furias divinas, a contagios a través de árboles y plantas a animales y seres humanos, así como a la corrupción del aire provocada por la emanación de materia orgánica en descomposición, la cual se transmitía al cuerpo humano a través de la respiración o por contacto con la piel. Hubo quienes imaginaron que la peste podía tener un origen astrológico. La mayoría de los médicos convenían en que el aire era el vehículo de transmisión de la peste.  O sea, no se tenía una idea exacta de como se transmitía. Los científicos estaban desconcertados. Era un huésped inesperado, desconocido y fatal, del cual se ignoraba tanto su origen como su terapia. Por otro lado, afectaba a todos, sin distinguir apenas entre pobres y ricos.

En su tratamiento se utilizaba desde la punción de los bubones para extraer el líquido pestilente, hasta la ingesta de trozos de biblia disueltos en vino.

Los médicos habitualmente prescribían medidas preventivas orientadas a evitar o detener el proceso de corrupción del aire manteniendo habitaciones, casas y ciudades bien ventiladas y libres de basura

-Los enfermos eran aislados, muchas veces con sus familias en sus domicilios

– Se observó que determinadas ocupaciones estaban más expuestas al contagio que otras

-Se recomendaban las desinfecciones con vinagre, para purificar el aire y reforzar su resistencia al mal.

– Una vez desencadenada la epidemia, recomendaban eludir cualquier ocasión de transmisión interpersonal de la misma con medidas como evitar las aglomeraciones y alejarse de las zonas infectadas.

– En algunas ciudades se reforzó la contratación de «médicos de peste» para reforzar el dispositivo sanitario.

– Se ideo una vestimenta de protección para los médicos para disminuir el riesgo de contagios.

Pronto se dieron cuenta del peligro de las vestiduras de los enfermos. Entre las primeras medidas, que se emplearon en Europa para evitar el contagio, fue el de quemar la ropa de los infectados o prohibir la entrada de cargamentos de tejidos en las ciudades. Incluso en algunas ciudades se permitía la entrada al viajero solo después de haberse deshecho de las ropas que  traía puestas, y sustituirlas por otras seguras facilitadas por la propia ciudad.

– En brotes posteriores de la epidemia se instauraron cuarentenas a naves, viajeros y mercancías.  Se establecieron de lazaretos donde se confinaba a apestados y sospechosos de infección. Los enseres y otras propiedades de éstos pacientes, se quemaban para eliminar posibles focos de infección y evitar la propagación de la enfermedad.

La última gran epidemia de peste, conocida como, la Plaga Moderna, comenzó en China en torno al 1860. En 1894, la peste campaba a sus anchas por Hong Kong. En los 20 años siguientes, y por culpa de las ratas (aunque hasta ese momento se desconocía su asociación), la enfermedad se extendió por los barcos y las ciudades portuarias de todo el mundo. Se considera que mató a unos 10 millones de personas.

Hasta ese entonces, la enfermedad se diagnosticaba por sus síntomas y se desconocía cómo se originaba. Tampoco se conocía su forma de propagación.

Afortunadamente, en este periodo, 500 años después de la gran epidemia de peste de 1348 y casi 1300 años después de la epidemia de Justiniano, los avances de la ciencia y la curiosidad de los científicos lograron identificar a la bacteria responsable de la enfermedad, Yersinia (o Pasteurella) Pestis y descubrieron el importante papel de las ratas y  las pulgas( y posiblemente también los piojos) en su propagación.

Por suerte, la higiene y el empleo  de antibióticos, han salvado a la humanidad del azote de la peste. Ésta, aún continúa siendo endémica en muchos países de África, y en algunas zonas de la antigua Unión Soviética, las Américas y Asia.