La procesionaria es uno de los insectos forestales más destructivos, capaz de defoliar grandes extensiones de pino durante su aparición. Se trata de un insecto lepidóptero, o sea una mariposa, aunque se reconoce más en su fase de oruga, por su costumbre de desplazarse sobre el suelo en fila india, unidas cabeza-cola, formando largas procesiones.
Durante este período, la procesionaria resulta especialmente peligrosa para personas y animales.
Los pelillos, al entrar en contacto con la piel o los ojos, pueden provocar urticarias, reacciones alérgicas o conjuntivitis. La inhalación o ingestión de estos pelillos urticantes, podría producir problemas respiratorios, inflamación de la garganta y la boca, fatiga, mareos y fiebre.
Los niños, al no reconocer su peligrosidad, suelen intentar tocarlas o cogerlas. También los perros y los gatos, pueden verse gravemente afectados al olisquear o comer las orugas.
Por estas razones, resulta de vital importancia, controlar y tratar los focos de procesionaria en cuanto sean detectados. En especial hay que estar muy atentos a posibles infecciones en los pinos situados en parques, jardines y zonas de las áreas forestales muy transitadas.
La presencia de procesionaria está considerada como un problema de salud pública.
Las procesionarias se alimentan de las hojas del árbol huésped , donde desarrollan amplios nidos llamados bolsones.
La procesionaria también incide sobre el valor ornamental de los ejemplares afectados, por la pérdida de follaje y la presencia de los bolsones blancos.
Para vencer al enemigo, lo primero es conocerlo bien: ¿Cómo podemos controlar esta plaga antes de que se convierta en un peligro para nuestra familia y nuestras mascotas?
Su ciclo de vida es peculiar, pues en invierno, mientras la mayoría de los insectos están en “pausa”, las orugas de procesionaria están en plena actividad. El insecto está activo solo durante las épocas más frías del año. La primavera la pasa enterrado en forma de crisálida para luego emerger como polilla durante los meses cálidos de verano. Esta polilla volará en busca de árboles donde depositar sus huevos de donde nacerán las nuevas orugas, comenzando así un nuevo ciclo.
Al completar su desarrollo, entre febrero y abril, según la zona y el clima, es cuando, marchando en fila india realizan las visuales “procesiones”, y aumenta el riesgo de su contacto para personas y animales.
La endoterapia
Los métodos tradicionales de realizar tratamientos fitosanitarios con productos químicos están siendo cuestionados por la opinión pública y por la legislación. Ante esto, se ha desarrollado una nueva técnica, la endoterapia, que presenta una alternativa más respetuosa con el medio ambiente y con la salud de las personas.
La endoterapia consiste en la inyección a presión de un producto biocida específico en el tronco del árbol. Este, a través de su sistema vascular, repartirá el producto por todo el árbol, llegando hasta sus hojas, las acículas, fuente de alimento de las orugas. Tras su ingestión, se frena el desarrollo del insecto a estadios larvarios superiores.
Este método constituye el sistema más selectivo, rápido y efectivo para el adecuado control de la procesionaria.
Con un solo tratamiento anual en otoño, entre septiembre y diciembre preferentemente, se elimina el problema, cesando el daño al árbol y previniendo los perjuicios de salud pública ya que todavía las orugas no han generado los pelos urticantes.
Con un solo tratamiento se “vacuna” al árbol por lo menos durante un año.
¿Vives en una zona de pinos y quieres eliminar cualquier riesgo de infestación de orugas que ponga en peligro a tus seres queridos y mascotas? No dejes que la procesionaria invada tu entorno y ponga en riesgo a tus seres queridos o a tus mascotas. Los expertos de Milcoza podrán ayudarte. Nuestros técnicos cuentan con una amplia experiencia en la aplicación de diferentes tratamientos para controlar y erradicar este tipo de plagas de forma efectiva. Contacta con nosotros y haremos una inspección gratuita para valorar tu caso.
